Mientras lxs compañerxs secuestradxs el 14 de agosto llevan a cabo una huelga de hambre hace ya 4 días, con el claro propósito de conseguir su "libertad" y poner fin así al montaje jurídico-policial del cual están siendo blanco, quienes solidarizan con ellxs están siendo perseguidxs, vigiladxs y hostigadxs.
Ya se ha dicho antes, lo que se persigue aquí son ideas y prácticas de libertad. Ajena al valor mercantil, la solidaridad es disidencia, que una vez puesta en marcha, es satanizada y criminalizada a toda costa por los aparatos represivos del poder, incluida la prensa.
Ayer, durante la marcha en solidaridad con lxs procesadxs, se dejó caer un evidente hostigamiento por parte de la policía y agentes infiltrados que no lograban disfrazarse ni con el paisaje ni con nuestrxs compañerxs. Estuvieron antes, durante y después de la marcha, con sus groseras cámaras y libretas llenas de anotaciones. Vimos a ridículos personajes cambiando sus ropas durante la marcha, tomándonos fotos, huyendo, filmándonos desde las azoteas de los edificios y siguiéndonos luego de que terminara la marcha. Si ellos saben que ideas albergamos, no es porque hagan una gran labor de inteligencia, sino porque nunca las hemos ocultado ni callado, muy por el contrario ansiamos propagarlas, compartirlas, viviéndolas aquí y ahora.
Si hacemos el ejercicio de recordar el juicio de formalización que llevó a la prisión preventiva a nuestrxs compañerxs, es fácil darse cuenta que las pruebas que se presentaron y continúan presentándose contra ellxs, no son muy diferentes de las que podrían haberse grabado o anotado ayer durante la marcha, en donde un grupo de personas desconocidas entre sí, con una idea en común, se juntan a manifestarla y hacer practica pública de ésta. Nuestrxs compañerxs han sido perseguidxs y secuestradxs desde casas okupas y bibliotecas populares, o por ser parte de medios independientes y hasta un canal barrial, todas prácticas de libertad arraigadas en las múltiples caras -bastante publicas por lo demás- de la disidencia contra el poder-capital.
La democracia nos está invitando a punta de balas, encarcelamientos y terror a pagar el pasaje, a aceptar un trabajo miserable y a quedarnos en casa mirando la televisión. Es a esto a lo que nosotrxs hemos contrapuesto nuestra propia fiesta, no siempre tan alegre, pero jamás tan amarga como el letargo de la sumisión. Compañeros y compañeras: si luchamos podemos perder, pero si no luchamos estamos perdidos...
¡A frenar la razia represiva!
¡Nuestros sueños a la calle!
¡Lxs presxs a la calle!